lunes, 1 de agosto de 2011

Corte de Caja


Siempre igual, movimientos rápidos y estudiados, el sombrero en el piso, el cartel recargado contra la mochila que tiene enredada una de sus correas en su pie, la funda a un lado, la guitarra colgando y a poner las primeras monedas en el sombrero para que la gente vea que no son los primeros en ayudar al músico callejero. Empieza el chun ta ta de "No Volveré", siempre abriendo con la misma, la regla es simple si no cae una moneda para la primera canción, se va y busca otra esquina, si cae, ya se quedó. Un viento que circula las calles de esta capital quiere llevarse el letrero, pero la música no para, es el último concierto, la última paseada del sombrero y es más por deporte que por necesidad; él no sabe que es el último y tal vez así está
mejor.
30 años atrás su jefe (como él lo llama) terminaba su último concierto, los dos con Bob Dylan en el repertorio cuando to... --¡Empanadas calientitas!-- ca "girl from the
north country" no puede evitar pensar en las similitudes que podrían tener su viaje y el de su jefe. ¡Fantástico! Un vendedor de empanadas se ha estacionado a medio metro del sombrero, ahora son las rancheras contra las criollas y las de capresse.

La siguiente parada es la Ciudad de México, casi 6 meses de camino y así es como termina esta aventura, el atuendo de portero salió de la maleta y un arquero alemán de México 86 rondó los parques de Buenos Aires. Casi 20 días de camión tomó llegar hasta esta ciudad, 9 países, 12 personas que abrieron su casa, ocho composturas a las botas, seis sombreros y una guitarra a modo de compañera. Ese es el corte de caja.

¿Qué es lo que más te gustó?
Los que lo interrogan esperan una respuesta simple:
-Machu Picchu
-Iguazú
-Salar de Uyuni
--¡Empanadas de carne!-

La respuesta nunca es una de las anteriores, lo que más le gustó fue algo más que una imagen o una postal, fue descubrir la condición de local en la América que era suya sin que él así lo supiera, fue encontrar hermanos y hermanas en ciudades que nunca había imaginado pisar, fue marcar el calendario con las lunas llenas y planear en torno a
ese evento que antes le tenía sin cuidado, estudiar las reacciones a su música y su letrero; como en Colombia terminó la mayoría de sus toquines con un pan o una arepa esperándolo o la incertidumbre de no saber dónde habrá que montar la tienda y a dónde se le va antojar a la remendada bota tirar mañana.
Se regresa tranquilo, contento y sin lana.
Tal como se fue, pero no.

-¡Empanadas con carne!-




A mí jefe, gracias.




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