lunes, 30 de mayo de 2011

Nuestro Amigo el Bus

En la travesía de este y de muchos otros viajeros el bus (si el bus no el camión) es un importante protagonista y siempre con interesantes variaciones según el país. Injusto no hablar de lo que este personaje me ha aportado en este recorrido que ya araña los dos meses.





He aquí un breve recuento:


Panamá: Son un disctoeca rodante, por afuera se aprecian las celebridades del momento (ejem; Piqué abrazado a Shakira) y en el interior encontramos adornos tendientes a exaltar la actitud del chófer. Es importante tener en cuenta que entre más santos y adornos de corte religioso se encuentre en el interior, más temerario será el chófer pues da por sentado que está protegido por todos estos.





Colombia: El concepto de aire acondicionado se confunde con aclimatación para pingüinos. Los hijos de su degenerada madre de los choferes ponen el aire a toda potencia durante todo el recorrido y NO es negociable. Jóvenes mexicanos que viajan en shorts, puesto que van a la costa se pueden ver ´sorprendidos por esta política.


Anécdota adicional: Se sube un muchacho claramente perturbado con una hoja en las manos y nos dice a los pasajeros: "Hola señores pasajeros, disculpe que los moleste pero es que yo estoy malito, me aviento a los carros, me corto, me quemo, me aviento a los carros." Silencio de 3 minutos, el joven se baja del bus.




Venezuela: Al igual que en el resto de Sudamérica se suben vendedores, predicadores y gente pirata a disculparse de antemano por molestarte y posteriormente a molestarte pidiéndote dinero, en el caso particular venezolano, la señorita empezó a bromear conmigo y mi compañero de viaje gritando que estábamos forrados de dólares por ser extranjeros, esto último rayó en lo ligeramente incómodo después de 15 minutos.




Ecuador:


-Yo: Señor, me abre la bodega para guardar la maleta.


- Amable señor maletero: Claro.


- Vaca en un costal adentro de la bodega: muuu!!!


-Yo: (con suma naturalidad) ¿Podría guardarla en otra bodega sin vacas?


Más tarde ese día, rebasamos un bus con un borrego parado en el techo del mismo, un borrego bastante asustado cabe mencionar.


Nota adicional: He desarrollado la siguiente teoría; cuando el ecuatoriano se encuentra en una situación de espacio reducido buscará abrirse un perímetro a partir de reiteradas flatulencias, la bajada apretada del bus es uno de los escenarios predilectos.

Perú: En un autobús de dos pisos, quién en su sano juicio pagaría más por irse en el primer piso cuando puedes ir sentado por encima del conductor, por Dios, encima del conductor!!! No me importa si dan masaje en el primer piso no hay nada como estar sentado tres metros arriba del suelo mientras vez por cuarta vez la ultima de Rápido y Furioso.


Bolivia: Se detiene el bus a una hora de haber salido de Copacabana, mi reloj mental me indica que no hay forma qe hayamos llegado a La Paz todavía, descubro al Lago Titicaca en frente de la carretera y entiendo (o creo entender).


¡Claro! Este es el momento en el que el bus se sube a una panga del tamaño de una cancha de básquetbol y cruz el Titicaca, mientras tanto, los pasajeros hacen lo mismo en una lancha.

sábado, 21 de mayo de 2011

En tierras incas


Te levantas a las 3:30 am, todo te duele, llevas 3 días caminando pero hoy haces cumbre, hoy le das sentido a las caminatas infestadas de moscos, a los pies con callos y a las empolvadas que te dan los camiones cargados de gringos que pasan por el camino que tu sigues a pie. Ayer la viste, caminando por las vías del tren el guía (un simpático peruano que afirma ser el último emperador inca) señaló la montaña vieja y su eterna vigía la montaña joven. Machu Picchu se siente en el aire, el puente ya está abierto y empiezan a subir los primeros, tendrás que apretar el paso pues sólo los primeros 400 pueden subir Waynu Picchu (la montaña que se ve atrás de las ruinas en todas las fotos de Machu Picchu), una de as carreras más absurdas, subes una montaña a toda prisa para que te permitan subir otra montaña.
En el ascenso pareciera que las estrellas se hubiesen caído, hileras de linternas van a tus espaldas y marcan el camino de subida, el sonido se compone de tus pasos y los jadeos ocasionados por la altura, la mala condición, el ejercicio a horas inhumanas o todas las anteriores. No hay cansancio, sabes que la recompensa aunque ilógica en apariencia vale la pena. Por 45 minutos eres mensajero del imperio, emperador inca, guerrero, explorador, conquistador, pero no turista; esos llegan más tarde, en camiones con asientos acojinados y usualmente se mueven en manadas que persiguen un patético banderín. Finalmente, se termina el serpenteo del camino y en una explanada se forma la fila para el sello que concede el segundo ascenso del día. Suena una canción y es fácil reconocerla te recibe "We are the Champions" en unas bocinas portátiles y un israelí que desde la oscuridad te invita a corear la bien merecida canción.
Se abren las puertas y rodeando la montaña se asoma el vigía de la universidad inca, en medio de niebla y con la luz del sol bañando las partes más altas se ve Machu Picchu, sin un alma caminándola, con la foto perfecta en cada cuadro, un momento que te hace sonreír y sentirte vivo. De arriba abajo, entre las casas, montaña arriba y de un lado al otro, te enloquece saber que lo que ves es un privilegio y que en pocas horas tendrás que soportar los castrantes "Excuse me" y las hordas de ruidosos que cada 5 minutos quieren una foto grupal.

Por ahora, la montaña antigua es tuya.