lunes, 4 de abril de 2011

Hasta el Ecuador se oyeron las balas.

Llegué al otro hemisferio y les reporto: el escusado sí gira para el otro lado. Con mi llegada a la hermosa ciudad de Quito arribaron las noticias de lo que pasa en casa, subí el Volcán Pichincha con una sonrisa de oreja a oreja porque en la mañana me había enterado del final de la Vía Express. Por fin, una victoria para la ciudadanía tapatía, se logró lo que buscábamos tantos grupos y por tantos, y como si todo fuera parte de un plan para hacerme feliz los habitantes de Temaca montaron campamento y frenaron la construcción de la presa. Mi corazón deseoso de estar allá se tuvo que conformar con la noticia, las fotos y los comunicados.
Sin embargo, no todas fueron buenas noticias, el balde de gua fría me llegó después, el asesinato de Juan Francisco Sicilia me hizo recordar el cáncer que adolece mi país. Ese mal que mueve a los extraños a darme el pésame cada vez que menciono de donde soy.
-De México. -
La cara se les nubla y lamentando la pérdida de algo que les era querido surgen las preguntas y siempre son las mismas;
¿Está fea la violencia verdad? Los colombianos me lo decían con la experiencia de años atrás y queriendo darme esperanza de que todo habrá de terminar, pero no pueden, puesto que para ellos aún no termina.
Está muy peligroso ¿cierto? Los europeos se muestran más tajantes en su juicio, muchos
confiesan haber exceptuado a México de su itinerario por lo que han escuchado, y yo, con ganas de mentirles y decirles que todo está bien y que el problema está sobredimensionado, que en realidad es la prensa internacional la que nos pone esa mala imagen y que en México nadie se cuida la espalda, se puede andar de noche por las calles sin que te pase nada y las balaceras son de narco contra narco y en zonas fríamente delimitadas y que es cuestión de evadirlas para que no te pase nada...
No puedo, les confieso los miedos que vivimos y las últimas noticias que sacuden al país; como los inocentes la terminan pagando y como he perdido además de la seguridad a compañeros de escuela y conocidos de mi preparatoria. Les hablo del miedo que vivimos como jóvenes, ese miedo a convertirte en cifra y en un daño colateral en el mejor de los casos.
Pero ahora las voces vuelven a levantarse, una vez más veo que nos resistimos a normalizar esta situación y se sale a la calle para exigir que se acabe esta masacre que nos roba a nuestros hermanos, hijos, amigos, compañeros y sueños.
No obstante los paisajes que vea, las personas que conozca o las ciudades que descubra, siempre termino con el corazón en casa y con ustedes. Les extraño y les acompaño en corazón en la marcha que emprendan en la ciudad que estén.



Para no dejarlos sin alguna referencia del viaje les comparto un par de fotos
que ejemplifican fielmente el cambio del clima de un lado del Ecuador y del otro.

La dedicatoria de la entrada es para mi prima Natalia que dice estar preocupada por mi salud mental y a mí me ha parecido una preocupación bastante noble.




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