domingo, 13 de febrero de 2011

Entrada Simón Bolívar

Se queda atrás el ombligo del mundo que me dijo adiós con una peculiar despedida, colado en una salida escolar de la hija mayor de Ileana quien fuera lo suficientemente amable como para alojarme en su respetable hogar por un par de días, haciendo increíblemente hogareña mi espera para Bogotá. Gané mis primeros 25 centavos como trovador de las calles después de 45 minutos de tocar en el sol, a este ritmo tendré que tocar 18 horas para ganarme el plato del día. Finalmente, el tráfico me hizo creer que habría de perder mi vuelo y al sentarme en el avión agradecí no tener que tomar ni uno más.
Llegué a Bogotá, y confundido por pagar 2,000 pesos por una cena, vagué por las calles del centro, jueves por la noche y las calles eran un hervidero, mis pasos y las indicaciones de 14 bogotanos que a la menor provocación te indican, recomiendan y hasta acompañan a lugares, me llevaron a una plaza (Chorro de Quevedo) que más tarde me percataría de que era el lugar donde se fundó Bogotá. Un grupo de jóvenes sentados en el suelo improvisaban música con una guitarra y una flauta, leyendo mi pensamiento mi invitaron a sentarme con ellos y a "convivir con los bogotanos", para pronto bebía de su vino y más tarde éramos hermanos. La decepción del fenómeno "no mariachi" volvió a surgir y he transcrito otras 3 canciones rancheras para irlas aprendiendo y esperar que a la llegada a Chile pueda complacer a cuanto fanático de la música mexicana me encuentre, (para el final del viaje estaré listo para tocar en El Parián en Tlaquepaque).
Colombia me envuelve con sus días nublados, su gente amable y sus innumerables parques, andadores, calles peatonales y espacios públicos en general. La foto que les pensaba dejar (computadora sin entrada para tarjeta de cámara, se las debo) es del Parque Simón Bolívar (dato cultural: Hay todo Simón Bolívar; ejem: Lavandería Simón Bolívar, Plaza SB, Parque SB, Av. SB, Arepas SB, etc), antiguo campo de golf (naturalmente exclusivo) y después de una arriesgada política pública ahora constituye el parque público más grande de la capital.
Los ánimos están en lo alto, el dinero en lo bajo pero la cerveza está buenísima y no ha faltado quien la invite. La entrada es para mi querida madre que sé que disfrutaría tanta caminata y tanto parque.

Les mando abrazos y besos a discreción de todos los lectores.

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